Hay bodas que se sienten como un regalo. Esta, celebrada entre el encanto medieval de Santillana del Mar y la elegancia atemporal del Hotel Real de Santander, fue exactamente eso. Un día cargado de emoción, belleza y momentos que no necesitan pose.

📍 La ceremonia: historia viva en la Colegiata
La Colegiata de Santa Juliana, joya del románico cántabro, acogió una ceremonia íntima donde cada paso y cada mirada tenían peso. Las piedras, testigos de siglos, parecían susurrar mientras la novia cruzaba el pasillo central.
No hubo necesidad de intervenir. La emoción era tan palpable como la luz que entraba por los ventanales.

🥂 El cóctel y la cena: lujo frente al mar en el Hotel Real
Tras la ceremonia, Santander nos recibió con sol y brisa marina. El Hotel Real, con sus salones señoriales y sus vistas a la bahía, fue el escenario perfecto para una celebración elegante y desenfadada a partes iguales.
Risas, abrazos, un cóctel espectacular al aire libre y un atardecer que parecía de película.


🎞️ Mi enfoque: contar sin interrumpir
Trabajo desde la sombra. Sin forzar momentos, sin pedir sonrisas. Esta boda fluyó con tanta naturalidad que lo único que hice fue estar atento, cámara en mano y corazón abierto.

✨ Si te casas en Cantabria, quiero contarlo contigo
Fotografiar bodas como esta no es solo un trabajo: es una oportunidad de contar historias reales, sin artificios, para parejas que valoran lo auténtico y lo bello.

¿Estás organizando tu boda en Cantabria o Madrid?
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